Pues yo no llevaba el móvil en la mano sino la cámara. El caso es tener las manos (o al menos una) ocupadas, pero vino bien para captar un instante comunicativo estelar.
Surgen varias cuestiones: ¿se conocían, se echaban de menos, uno llamaba al otro y enseguida conectaban? ¿Tal vez uno se informaba de la temperatura ambiente de aquella callejuela del centro histórico y la otra se dejaba guíar por el gps de su aparato?
Hubiera sido interesante fijar mi atención en sus ojos, su semblante, tal vez pedirles la hora o el nombre de una calle cercana como turista extraviado, darle los buenosdías o desearles -por separado- feliz paseo por la ciudad. Pero he de concluir que en estos tiempos cada vez cuesta más extrovertir mente y corazón para ser alguien sociable, empático o al menos disponible en cierta medida para un viandante cualquiera que precise una porción de tu supuesta amabilidad (a falta de simpatía). No me dieron opción y yo tampoco creí que fue una buena idea sacarles de su hipnótico universo.
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