Un parque público resulta un lugar interesante para observar el sentimiento cívico del ser ciudadano. Dejar ignorados al pie de un banco desperdicios variados te permite analizar conductas y plantearte ciertas dudas. ¿Estaba solo/a o acompañado/a por uno o varios elementos humanos afines o consumió hasta el hartazgo probando marcas y sabores en humo y alcohol, mientras protegía su piel a la vista con crema solar?
Aquel/lla protagonista anónimo/a, ciertamente ajeno/a a la ecología, la educación y cualquier norma de comportamiento en convivencia, dejó a mi paso algo así como el resto de un naufragio personal que tal vez fuera lo más habitual en su devenir. No juzgaré la opción tomada, pero hace años que no me quito de la mente esta imagen que recuerdo cada vez que paso - y es a menudo - por ese parque y ese banco solitario.
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